La
última foto que brindó el estadio Brigadier López este año fue una imagen donde
la alegría desbordaba. La cancha era invadida por miles de hinchas sabaleros
que festejaban ilusionados una nueva oportunidad de salvar la categoría, luego
del milagroso gol de Alario sobre la hora contra Olimpo. Sin embargo, una
semana después el Gigante de Arroyito se transformó en la última estación de
Colón en Primera División, después de 19 años.
Con
esa herida en proceso de cicatrización, hoy el pueblo rojinegro entiende que
aquello fue una “desgracia con suerte”. Porque al cuadro santafesino le tocó
bajar de categoría justo después que a algunos trasnochados que ocupan sillas
en AFA se les ocurriera armar un despropósito de torneo que tendrá 30 equipos.
Entonces se hace más fácil dar vuelta la página, olvidar las penas y volver a
empezar. El dolor permanece pero es inevitable ilusionarse cuando la oferta es
de cinco ascensos en cuatro meses para una zona de 11 participantes.
Más
allá de este punto de vista optimista, Colón comienza una historia distinta. A
partir de hoy queda de lado aquel mote de equipo heroico, esa suerte de David
que superaba consecutivamente y con mucho esfuerzo a los Goliat que se le
cruzaban en el fixture para tratar de cumplir con la misión imposible de
quedarse en Primera. Este es otro campeonato, el objetivo es distinto y es otra
también la obligación. En consecuencia tendrá que ser diferente la forma en la
que Osella y sus muchachos busquen alcanzar la meta.
En
este receso, el entrenador tuvo a disposición un nuevo contexto de trabajo, con
elementos a favor. Tiempo para desarrollar una pretemporada y chances de
incorporar jugadores para moldear el plantel a su gusto. Con el correr de los
partidos veremos si las decisiones en cuanto a la formación de la plantilla
fueron correctas, pero antes que ruede la pelota podemos suponer que Colón
tiene material suficiente como para imponer su chapa contra la mayoría de los
rivales de la zona. Como para lograr lo que dijo el propio Osella: “transitar
lo mejor posible por la categoría, no sufrirla”. Para esto deberá ser más
agresivo. El 4-5-1 utilizado ante Lanús sirvió encuadrado sólo en ese
encuentro, no puede trasladarse a los partidos que se vienen. El equipo debe
cambiar su modelo más allá de los nombres y el esquema. Con los titulares de
mañana, Colón puede trocar ese dibujo por un 4-3-3, que refleje otra posición en
la cancha, otra actitud motivada por una estrategia diferente. La clave estará
en ver en qué lugar de la cancha se acomodan los externos (Callejo y
Villaruel). Allí estará la marca distintiva para reconocer la filosofía de
juego del conjunto sabalero.
Colón
da el puntapié inicial de un sueño que promete ser breve y que busca un final
feliz. Para encontrarlo tendrá que superar un gran desafío: ser más ofensivo
sin perder las virtudes que lo transformaron en un equipo confiable.
B
Nacional – Torneo Transición 2014 – Zona A - Fecha 1: Colón vs Instituto

No hay comentarios.:
Publicar un comentario