sábado, 17 de mayo de 2014

La batalla final

La espera llega a su fin. La semana fue eterna. Seguramente el nerviosismo y la ansiedad del hincha de Colón están en su punto máximo. Pero antes del desenlace es bueno parar la pelota por un momento y hacer un relevamiento de lo que pasó en estos cuatro meses intensos. De esta forma, amigo sabalero, podremos valorar lo que se tiene antes que se dicte la suerte final del equipo. Porque es verdad que en el fútbol el destino de todo un semestre puede depender de un partido, de una jugada o simplemente de una pelota que entra o se va al lado del palo. Pero este Colón de los milagros no merece que simplifiquemos sus logros a algo tan impredecible.
Retrocedamos en el tiempo. Volvamos al sábado 8 de febrero de este año. A las 22:30 aproximadamente, el equipo de Diego Osella había caído por goleada ante Racing en el debut. Colón, luego de jugar muy mal los amistosos, prolongaba su bajo rendimiento en el comienzo del torneo y ratificaba su condición de “condenado al descenso”. Estaba último en los promedios, con un plantel debilitado por los que abandonaron el barco y repleto de pibes con pocos minutos en cancha. La salvación aparecía lejana como escalar el Everest. “Para zafar Colón tiene que salir campeón” era la frase más escuchada en Santa Fe.
Si en ese instante de desazón, de desesperanza total, alguien aparecía mágicamente y le ponía sobre la mesa un papel con la sentencia “Colón llegará a la última fecha con posibilidades de mantener la categoría”, usted, amigo sabalero, la hubiese firmado sin pensarlo ni un segundo.
A partir de la segunda jornada comenzó la resurrección rojinegra. Los cuatro triunfos en fila (sobre Argentinos, Quilmes, River y Central) fueron la piedra fundamental para cimentar la campaña. Sirvieron para que los jugadores se convenzan de la idea que pregonaba el técnico y generen el compromiso siempre tan necesario para que exista comunión entre el mensaje del DT y el rendimiento del equipo. Pero la preponderancia que tomó Colón (puntero a la sexta fecha) provocó la atención de los rivales. Entonces comenzaron los inconvenientes para seguir explotando virtudes limitadas y Osella decidió fortalecer el funcionamiento defensivo para mantener lo conseguido. No fue fácil, pero el sabalero logró sumar 13 puntos en nueve partidos. Hasta que llegó el quiebre pos triunfazo ante Newell’s (jornada 14).
Colón alcanzaba 25 puntos a falta de cinco encuentros para el final y derrochaba optimismo. Pero el rendimiento ya no era el mismo y los tropiezos iban a llegar en el peor momento. Obtener dos unidades de las últimas 12 en juego, con dos derrotas consecutivas, pusieron al equipo otra vez en la zona peligrosa y con poco margen de error de cara al instante definitorio. Ese que comenzará mañana a las 15 hs.
Recordar el camino transcurrido permite valorar en su justa medida la forma en la que se llega a la meta. Colón inició esta carrera desde el último lugar, fue superando contrincantes de manera inesperada y arriba a la última curva con chances de ver flamear la bandera a cuadros. Que no parezca poco.
Amigo sabalero, mañana el Brigadier López tiene que estallar en aliento para los soldados de Osella, que ya son héroes aunque falte la última batalla. Estos jugadores y también el DT merecen colgarse la medalla del éxito, más allá del resultado ante Olimpo. Pero igual habrá que esperar hasta el final de la tarde, porque la salvación puede estar a un triunfo de distancia y Colón ha demostrado muchas veces durante su historia resurgir de sus cenizas cuando lo daban por muerto.


Primera División – Torneo Final 2014 – Fecha 19: Colón vs Olimpo

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