La espera llega a su fin. La semana
fue eterna. Seguramente el nerviosismo y la ansiedad del hincha de Colón están
en su punto máximo. Pero antes del desenlace es bueno parar la pelota por un
momento y hacer un relevamiento de lo que pasó en estos cuatro meses intensos. De
esta forma, amigo sabalero, podremos valorar lo que se tiene antes que se dicte
la suerte final del equipo. Porque es verdad que en el fútbol el destino de
todo un semestre puede depender de un partido, de una jugada o simplemente de una
pelota que entra o se va al lado del palo. Pero este Colón de los milagros no
merece que simplifiquemos sus logros a algo tan impredecible.
Retrocedamos en el tiempo. Volvamos
al sábado 8 de febrero de este año. A las 22:30 aproximadamente, el equipo de
Diego Osella había caído por goleada ante Racing en el debut. Colón, luego de
jugar muy mal los amistosos, prolongaba su bajo rendimiento en el comienzo del
torneo y ratificaba su condición de “condenado al descenso”. Estaba último en
los promedios, con un plantel debilitado por los que abandonaron el barco y
repleto de pibes con pocos minutos en cancha. La salvación aparecía lejana como
escalar el Everest. “Para zafar Colón tiene que salir campeón” era la frase más
escuchada en Santa Fe.
Si en ese instante de desazón, de
desesperanza total, alguien aparecía mágicamente y le ponía sobre la mesa un
papel con la sentencia “Colón llegará a la última fecha con posibilidades de
mantener la categoría”, usted, amigo sabalero, la hubiese firmado sin pensarlo
ni un segundo.
A partir de la segunda jornada
comenzó la resurrección rojinegra. Los cuatro triunfos en fila (sobre
Argentinos, Quilmes, River y Central) fueron la piedra fundamental para
cimentar la campaña. Sirvieron para que los jugadores se convenzan de la idea
que pregonaba el técnico y generen el compromiso siempre tan necesario para que
exista comunión entre el mensaje del DT y el rendimiento del equipo. Pero la preponderancia
que tomó Colón (puntero a la sexta fecha) provocó la atención de los rivales. Entonces
comenzaron los inconvenientes para seguir explotando virtudes limitadas y Osella
decidió fortalecer el funcionamiento defensivo para mantener lo conseguido. No fue
fácil, pero el sabalero logró sumar 13 puntos en nueve partidos. Hasta que
llegó el quiebre pos triunfazo ante Newell’s (jornada 14).
Colón alcanzaba 25 puntos a falta
de cinco encuentros para el final y derrochaba optimismo. Pero el rendimiento ya
no era el mismo y los tropiezos iban a llegar en el peor momento. Obtener dos unidades
de las últimas 12 en juego, con dos derrotas consecutivas, pusieron al equipo
otra vez en la zona peligrosa y con poco margen de error de cara al instante
definitorio. Ese que comenzará mañana a las 15 hs.
Recordar el camino transcurrido
permite valorar en su justa medida la forma en la que se llega a la meta. Colón
inició esta carrera desde el último lugar, fue superando contrincantes de
manera inesperada y arriba a la última curva con chances de ver flamear la
bandera a cuadros. Que no parezca poco.
Amigo sabalero, mañana el
Brigadier López tiene que estallar en aliento para los soldados de Osella, que
ya son héroes aunque falte la última batalla. Estos jugadores y también el DT merecen
colgarse la medalla del éxito, más allá del resultado ante Olimpo. Pero igual habrá
que esperar hasta el final de la tarde, porque la salvación puede estar a un
triunfo de distancia y Colón ha demostrado muchas veces durante su historia resurgir
de sus cenizas cuando lo daban por muerto.
Primera División – Torneo Final 2014 – Fecha 19: Colón vs Olimpo
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