Colón no escapa a una sentencia añeja
en el fútbol: lo institucional influye en lo deportivo y viceversa. Las
desprolijidades de una dirigencia que lleva solo cuatro meses de gestión han
sido tan groseras que terminaron por afectar el día a día del equipo.
El cuadro sabalero no funciona igual
que una sinfonía cada vez que se presenta, pero un entorno más normal ayudaría
a menguar el complicado presente. La novela protagonizada por Vignatti y sus
seguidores de un lado, y el grupo de detractores que encabeza Giorgetti del
otro, provocaron un desorden de autoridad que repercutió naturalmente en la
conducción del elenco rojinegro.
Darío Franco no quedó ajeno a las
circunstancias y “sufrió” los cambios de representación. El técnico tuvo varias
reuniones con diferentes directivos en las cuales cada uno se reservaba el
derecho de mando y toma de decisiones, incluido Vignatti que ni siquiera ocupa
un lugar definido en la Comisión Directiva rojinegra.
Estas circunstancias se agregaron a un
rendimiento bajo del equipo y malos resultados que hacen tambalear la
continuidad del entrenador. Franco sabe que su futuro está marcado. Si no es
una derrota en Junín, puede ser el próximo clásico, y si no serán las opiniones
opuestas de los dirigentes las que lo alejarán de su cargo. La cuestión que
debe pasar por la cabeza del DT es definir si vale la pena atravesar por este
barrial. Si el equipo no brinda respuestas sólidas, qué diferencia puede haber
entre irse ahora o aguardar que lo echen en cualquier momento.
El presente de Colón está plagado de
conflictos. Todos atienden sus egoísmos y la institución queda en un segundo
plano. Los dirigentes se pelean por ver quién manda mientras el equipo no da
pie con bola. En ese marco, Franco analiza dar un paso al costado para salvarse
del terremoto. Tal vez los jugadores sean los únicos capacitados para comenzar
a modificar la realidad desde la cancha.
Primera División – Torneo Transición
2016 - Fecha 11: Sarmiento vs Colón
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