Colón necesitaba de un salvador para
apaciguar los ánimos caldeados que reinaban en el Brigadier López sobre el
final del encuentro ante Atlético de Rafaela. Lucas Alario acudió al llamado y
se convirtió en el héroe de un partido que el sabalero sufrió pero pudo ganar
con lo justo.
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El primero de esos momentos fue la
prematura lesión de Clemente Rodríguez, que tuvo que abandonar la cancha a los
siete minutos. La circunstancia le permitió a Javier López remendar el error
que había cometido en la formación titular. El técnico hizo ingresar a Cristian
García, para acomodar al equipo con dos delanteros.
La diferencia de peso ofensivo se notó
enseguida. García y Alario se entendieron rápidamente, empezaron a ganar en el
mano a mano con los marcadores centrales y en diez minutos generaron tres
opciones claras de cara a Conde. Las primeras dos fueron conjuradas por el
arquero, pero la tercera fue la vencida.
Bittolo mandó un pelotazo largo que
Alario peinó en la medialuna. García picó a su espalda y quedó frente a frente
con Conde. El delantero la punteó, el golero puso las manos flojas y el balón
quedó de nuevo en los pies del Ruso, que
la mandó a guardar.
Ese rato bastó para que Colón deje en
claro que se siente más cómodo jugando con dos delanteros, poniendo un
habitante más en el área. Porque el sabalero ya demostró que no cuenta con la
capacidad para apelar a una circulación en el mediocampo que alimente con
precisión al un único hombre de ofensiva. Entonces, saltear la línea media con
pelotas largas se transforma en una herramienta útil. Para que funcione, se
necesita tener por lo menos dos delanteros y volantes externos que se sumen al
ataque. De esa forma, el cuadro santafesino pudo establecer distancias de
rendimiento y fue superior a la Crema durante todo el primer tiempo.
Sin embargo, el complemento fue una
historia completamente distinta. Colón hizo todo lo que se desaconseja en estos
casos. En vez de salir a “matar” a un rival endeble, a darle el golpe de nocaut
a un oponente que tambaleaba, el sabalero se retrasó, perdió el control de la
pelota y se dejó atropellar por el rafaelino. Ni siquiera pudo retomar el
protagonismo cuando, sobre los 22 minutos, el elenco de Astrada se quedó con
uno menos por la justa expulsión de Díaz Pena. Todo lo contrario, siete minutos
después llegó el empate de Alexis Niz, que transformó al Brigadier López en un
infierno.
Pero, cuando los nervios se apoderaban
de los hinchas y la presión se trasladaba a la cancha, apareció el goleador. Lucas
Alario la recibió de Garnier en el área, la aguantó, giró y remató. La pelota,
igual que en aquél gol histórico contra Olimpo, se desvió y entró picando
despacio en el arco que da al Fonavi. A cuatro minutos del final, la gente
desató el festejo atragantado gracias al artillero que siempre está. Gracias al
9 que se había perdido cinco partidos por lesión y, a pesar de no jugar bien ayer,
demostró que es indispensable en el equipo.
Así, sufriendo como lo indica su ADN,
Colón le pudo ganar de local al último de la tabla, jugando casi media hora 11
contra 10. Suena a cuenta pendiente, a que hay varias cosas por mejorar. Entre ellas,
la convicción de Javier López al momento de diagramar la formación principal.
Cuando pase la euforia por el triunfo,
el técnico seguramente entenderá que debe tomar este mini receso que se avecina
para conseguir definitivamente un perfil de juego determinado. Cuando ya se
lleva disputado un tercio del campeonato, el sabalero no puede conformarse con seguir
ganando “a los ponchazos”.
Primera División – Torneo 2015 –Fecha 10:
Colón 2 – 1 At. Rafaela