Colon consiguió uno de esos triunfos
que no se explican con demasiados argumentos. En el marco de un rendimiento
discreto, el sabalero encontró una jugada que mezcló buena fortuna en la
decisión equivocada del árbitro con la jerarquía de Blanco para sacar provecho
de la acción y brindarle al rojinegro tres puntos que transforman en casi óptima
la cosecha en el inicio del torneo.
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Colón nunca fue superior a Talleres.
Arrancó bien, presionando alto y agregándole dinámica a un funcionamiento
ofensivo que prometía con el ingreso de Silva por izquierda. Pero temprano en
la noche el cordobés le tomó la mano y comenzó a hacer su partido. Le ganó el
medio con Burgos y Gil y lo exigió con el tándem Godoy-Palacios por derecha.
A pesar de no tener el control del
juego, el sabalero no sufrió en demasía porque sacó a relucir su punto más
fuerte hasta ahora: la firmeza en defensa. Ceballos y Conti elevaron su
rendimiento, Ortiz comenzó a demostrar por qué el entrenador confía en él como
titular, e Iberia sobrepasó largamente la pálida imagen exhibida por Clemente Rodríguez.
La valla invicta en los tres partidos jugados testifica que los inconvenientes
se plantean del medio hacia adelante.
Estas carencias se notaron en el
complemento, cuando Talleres bajó una marcha y perdió agresividad. En ese
momento, Colón no pudo tomar las riendas porque en la faz ofensiva tiene fallas
de conducción, generación y peso ofensivo. Las intervenciones de Ledesma son
muy salteadas, su compromiso no es permanente y el equipo lo siente. Además, Bernardi
y Silva muestran buenas credenciales pero todavía falta que el resto juegue más
para ellos. En el único momento que Colón fue punzante fue cuando lo buscó
seguido a Silva para que rompa por el flanco izquierdo. El desenlace fue el
momento de quiebre en el partido.
Blanco peinó una pelota para el pique
en diagonal de Bernardi que fue derribado por Quintana afuera del área. La confusión
entre el árbitro Tello y el asistente Romero favoreció al cuadro santafesino
que contó con un penal que el Zungui
convirtió con precisión.
Esa faceta es en la que el sabalero se
muestra letal: la eficacia. Aprovecha casi siempre al máximo lo poco que genera
en ataque. Esta vez, Blanco y su jerarquía para definir transformaron una noche
opaca en un final de fiesta para el pueblo sabalero que asistió en masa al Brigadier
López para acabar con la abstinencia de cuatro meses sin ver a su equipo.
El grito ahogado se liberó tras el
pitazo final del limitado Tello. El merecido festejo se extenderá por varios
días, sobre todo mirando a Colón en los primeros puestos de la tabla. Pero
mientras tanto, Montero y su cuerpo técnico seguramente seguirán en un camino
de trabajo que apunte a seguir mejorando el funcionamiento de un equipo que
todavía está en deuda. Pero que mientras tanto gana y suma para alejarse de la
zona de riesgo en los promedios.
Primera División 2016 – Fecha 3: Colón
1 – 0 Talleres
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