viernes, 29 de julio de 2016

El juego de las narices grandes

Colón-Unión, Unión-Colón: el clásico santafesino pasó de ser un elemento de unidad y progreso a una herramienta de provocación y violencia.

¿Alguna vez nos detuvimos a pensar por qué nombramos dos veces a los equipos cuando se juegan los clásicos? ¿Tanto enoja al hincha mencionar primero al rival cuando es local, que debemos invertir el orden por las dudas? Si cuando los cuadros de Santa Fe enfrentan a Arsenal no lo hacemos. O a Aldosivi, o Belgrano, o incluso a Boca y River. Se acostumbra anunciar primero al local y eso no alarma a nadie. Salvo que se juegue el clásico, claro. La misma intolerancia aparece si se grita más fuerte (o largo) el gol de uno o de otro en una transmisión radial, con la cantidad de palabras que se destinan en un diario, o los minutos que se le asignan en un programa de TV.
Atravesamos un periodo de tolerancia cero en el futbol santafesino. Se exacerban los errores del rival, se transforman acontecimientos triviales en hitos históricos que manchan o relucen los pergaminos de cada institución según la conveniencia. En las épocas previas a cualquier clásico el hincha escarba en busca de excusas para atacar a su oponente. Y últimamente los actores que, supuestamente, ocupamos espacios que demandan mayor racionalidad, les estamos sirviendo razones en bandeja.
El cruce entre sabaleros y tatengues pautado por la Copa Santa Fe perseguía un objetivo claro: alcanzar una madurez a partir de naturalizar el enfrentamiento deportivo, buscando reducir la violencia en torno al partido. A esta altura de la historia estamos a un abismo de distancia de lograrlo.
Si hacemos una cadena de responsabilidades para explicar por qué se llegó a este punto de conflicto, seguramente el hincha estará en el último escalón. No está exento, pero no acciona por motus propio sino a partir de estímulos externos. La escala de responsabilidades aumenta si pensamos en quiénes provocan esos estímulos. En este sentido, cada uno de los implicados nunca pudo mirar más allá de su propia nariz. En ningún momento percibió lo que ocurría más allá de su círculo de intereses. Así se dejaron pasar varias oportunidades de solución hasta llegar a un espiral de disputas que parecía interminable.
Lo cierto es que Colón buscó postergar el partido desconociendo las fechas establecidas, Unión se tornó inflexible en busca de un rédito deportivo sin importarle el espíritu de la competición, los organizadores de la Copa le buscaron un resquicio al reglamento para contemplar las razones de los dos y tirar la pelota hacia adelante, y el gobierno presionó con el único objetivo de que el clásico se juegue sí o sí para no pagar las consecuencias políticas del posible fracaso del torneo que impulsó. Todos caminaron mirándose el ombligo y terminaron chocando la pared.

La “guerra” de comunicados, las declaraciones desubicadas de los involucrados y la escasa colaboración del periodismo en pos de calmar los ánimos colaboraron para generar un contexto de tensión que condicionará peligrosamente la disputa del próximo clásico por el torneo de Primera División.
Todos los implicados en esta historia probablemente no dimensionan el daño que le produjeron al partido más importante que tenemos los santafesinos. El enfrentamiento trunco, por una Copa que al parecer no perdurará en el tiempo, hirió de muerte una relación entre ambas instituciones que en los últimos tiempos se desarrollaba en buenos términos y con respeto. Será muy difícil volver a reconstruir el vínculo roto.

El fútbol de Santa Fe acaba de perder una batalla fundamental en la misión por alcanzar la madurez definitiva. Es más, por las actitudes registradas en estos días podemos afirmar que sufrió una regresión a la adolescencia. Y así, con dirigentes ausentes de capacidad, tolerancia y sentido de la responsabilidad, el terreno se torna cada vez más fértil para que siga ganando la violencia.

domingo, 17 de julio de 2016

Pasó con solvencia

Colón superó sin sobresaltos su debut en la Copa Santa Fe. Su triunfo sobre Colón de San Justo nunca estuvo en riesgo, merced al serio abordaje que hizo del partido. El 3 a 0 quedó corto en el marco de un trámite sin equivalencias, donde la goleada fue evitada por el arquero del Rojo. Ahora lo espera nada menos que el clásico ante Unión en cuartos de final.
Luego de varias idas y vueltas, Montero le asignó la importancia debida al compromiso y puso en cancha al mejor equipo que tenía a disposición. Cuatro habituales titulares (Conti, Poblete, Silva y Leguizamón), algunos suplentes que no desconocen el roce de Primera (Bailo, Cuevas, Saín, Arroyo y Leys), y un par de pibes que ya tienen minutos en el conjunto principal (Casado y Sandoval). Con esta formación logró armar un cuadro competitivo que respondió con solvencia a lo que reclamaba la parada: profesionalismo para enfrentar a un rival claramente inferior sin displicencias ni relajes.

Se ausentaron por lógica los jugadores que ya superaron los treinta (Clemente, Barsottini y Ledesma), que se hubiesen expuesto a un riesgo alto en medio de un trabajo de pretemporada que todavía transita por el apuntalamiento físico. También los recién llegados, que necesitan relacionarse más con sus nuevos compañeros. Y Jorge Broun, que busca dejar la institución.
Colón estableció las distancias de rendimiento desde el inicio y sostuvo esa intención casi hasta la media hora del complemento. El mensaje del entrenador fue siempre ir hacia adelante, no quedarse y apostar de forma permanente a la circulación de la pelota de un costado al otro del campo. Así llegó la apertura del marcador. El balón fue de derecha a izquierda para terminar en un centro para los puntas que empujó Leguizamón. Sobre el primer cuarto de hora el sabalero ya abría su camino a la victoria.
Los últimos quince minutos del primer periodo sirvieron para ratificar esa superioridad, estampar el segundo por medio de Silva y convertir al arquero Nuñez en figura por evitar la goleada.
El complemento no deparó demasiados cambios en las condiciones del juego. Colón de San Justo buscó poblar más su última línea para menguar el sufrimiento y esto complicó las posibilidades del rojinegro, que extendió su monólogo en el dominio pero ya no fue igual de punzante. Hasta que una patriada de Casado en el área generó una clara falta que Poblete cobró desde el punto penal para extender la diferencia en el marcador y dejar el último tramo del cotejo en un contexto de formalidad.
Hay varios puntos para destacar en el rendimiento sabalero. El tándem Cuevas-Silva por derecha funcionó de forma óptima, igual que el entendimiento entre Leys y Poblete en el círculo central. Mientras que Saín demostró que puede ser alternativa en la zaga.
Luego aparecen algunas consideraciones relacionadas a la idea que Montero quiere imprimirle al equipo. Varias se notaron esta tarde: la paciencia en el manejo de la pelota y la misión de oscilar de un costado al otro buscando espacios para romper líneas, la subida permanente de los laterales, la participación casi exclusivamente ofensiva de los medios externos, la presencia de dos centrodelanteros, y la necesidad de que uno de ellos se retrase a pivotear en la gestación de las jugadas. Son marcas que de a poco el cuadro santafesino seguramente irá desarrollando según el mensaje de su nuevo DT.
Este tipo de partidos colocan al equipo de Primera División en un escenario complicado. Si gana no pasa nada, pero si pierde sale en todos los diarios. Colón no solo ganó como lo exigía el compromiso, sino que además jugó sin regalar nada y dio un paso hacia adelante en sentido de conjunto pensando en lo que viene. Nada menos que un doble enfrentamiento ante Unión que pondrá en tensión todas las estructuras antes de lo previsto.


Copa Santa Fe 2016 – Octavos de Final: Colón 3 – 0 Colón (SJ)

sábado, 16 de julio de 2016

Premio a la seriedad

Unión cumplió con el doble objetivo en su estreno en la Copa Santa Fe: ganó el partido con una solvencia acorde a la responsabilidad con la que lo había afrontado en la previa y, al mismo tiempo, completó con éxito un compromiso formal de mucha utilidad en el medio de la pretemporada.

La decisión de jugar con los titulares frente a Ben Hur no conllevaba necesariamente un escenario de goleada. Tal vez si el tatengue se lo proponía en el complemento podría haber alcanzado un triunfo más amplio. Pero en el descanso, el entrenador entendió lógicamente que la ventaja de dos tantos era suficiente y la prioridad pasó a ser las reservas físicas y evitar cualquier riesgo de lesión.
Por eso el partido fue tal en el primer tiempo. Allí el tatengue pudo quebrar a un prolijo elenco rafaelino, que vio derrumbada su planificación en los últimos veinte minutos de la etapa inicial. El penal en contra, la expulsión del arquero Cordero, y los dos goles de Rolle le quitaron cualquier chance de hazaña al Gladiador.
El complemento se pareció más a una contienda con espadas de madera. Se mezcló la impotencia de Ben Hur con las reservas de Unión. El rojiblanco acentuó su postura desde la tonta expulsión de Julio César Rodríguez y optó por reducir la fricción y el riesgo a mayores consecuencias no deseadas a las puertas de un posible clásico. Así las cosas, el segundo tiempo transitó sin demasiadas inquietudes para los arqueros y con un par de cambios que Madelón realizó para ensayar alternativas.
El cuadro tatengue tuvo una actuación satisfactoria en lo colectivo y con algunos puntos destacables en lo individual que aportan novedades y ratificaciones. Rolle creció en su rol de elemento desequilibrante y le agregó gol a una función que ya venía desempeñando el torneo pasado. Acevedo tomó la posta dejada por Martínez y aprobó con creces en su rol de primer pase y también en el respaldo a los medios ofensivos. En tanto, las confirmaciones se notaron en el nivel alto de Gamba, haciendo diferencias por el sector derecho del ataque, y en la presencia de Leo Sánchez, que se pareció mucho al que partió de Santa Fe hace seis meses con destino a una aventura en Suiza que se cortó antes de lo previsto.
En el tintero quedó también un rendimiento positivo de Julio César Rodríguez pero empañado por la reacción que le valió la roja y lo deja afuera del próximo compromiso. Y la pobre imagen de García Guerreño, que deberá contagiarse más de su compañero de zaga, y de Zárate, que seguramente perderá el puesto cuando Bruno Pittón esté en buenas condiciones físicas.
Unión pasó con justicia y sin inconvenientes su debut en la Copa Santa Fe. Un premio al profesionalismo con el que los protagonistas abordaron una competencia que algunos eligen menospreciar.


Copa Santa Fe 2016 – Octavos de Final: Unión 2 – 0 Ben Hur